Hablando del arte popular es muy sencillo encontrar ejemplos de lo que podría considerarse la «sabiduría popular», me permito las comillas pues acaso el concepto no es evidente y ponerlo en duda suena solo razonable. No se trata, evidente, de una consideración oximorónica. El argumento intelectualista quiere que la sabiduría sea un objeto sagrado y raro reservado a la élite y negado a la plebe, pero la división inteligencia/sabiduría es puramente una división social, lo que hace de la sabiduría un concepto puramente convencional, entiéndase, dependiente y comprendido por la plebe. Se podría bien decir que la sabiduría siempre tiene algo de popular, aunque la frase misma no trate de adoptar dicho sentido.
Decir sabiduría popular remite más bien a un cierto género conceptual, a un modelo definido. Por ser comunicable el pensamiento se supone argumentado, y por esto mismo se trata de una manera de hablar. Lo popular se dice de cierta manera, y allí radica su naturaleza popular. Esta sabiduría conversará por medio de expresiones comprensibles en un concepto generalizado y va a ser solo por esta expresión y no por su fondo que lo consideraremos popular. Luego, la sabiduría popular no es sabiduría, sino literalmente algo dicho -los dichos-.
Ahora, si admitimos que tras del gesto de hablar -balbuceante, limitado, secuencial y bruto- existe una percepción de conocimiento genuino dos posibilidades de comunicación se nos presentan: el discurso como sentido/sensación y el discurso como acción/secuencia. ¿Todo claro? Probablemente no, mais on enchaine. Al decir sentido/sensación nos importa cómo comunicamos el objeto que representa la sabiduría, sea, que la forma y el fondo coexisten para constituir la sabiduría a la que nos debemos. Hablar para comunicar lo que se habla. «Agua que no has de beber, déjala correr» ¿no? Por medio de un análisis raudo encontramos la sabiduría ofrecida: no se gasta la oportunidad que o se requiere, no debe apropiarse del objeto que no le corresponde. En fin, un sistema de correspondencias y sentidos aledaños se conforman rápidamente gracias a lo que podemos comprender de la expresión, pero estamos forzosamente dentro de esa expresión, aunque no contengamos todo su sentido ni lo expresemos con claridad. Estamos en la expresión del habla, no en modelos primitivos de análisis que discuten fondo o forma y… En fin, mejor ir al caso de la acción/secuencia.
Cuando hablamos, el simple gesto de hablar puede señalar una conveniencia, estar guiado de una inteligencia intrínsica. Véase la mentira, el chisme. Se trata de modelos relativamente sencillos que permiten una óptima interacción social, con una suerte animalógica de la supervivencia del más apto. Los animales mentimos para ganar. La mariposa cuyas alas sugieren una serpiente
comunica por medio de la imagen, y podemos interpretar sin dificultad su mensaje. Pero el gesto de esta comunicación, la expresión de sus alas, es una función en sí misma, una que podría no existir. Lo importante no es tanto que concretamente observemos una serpiente -podría tratarse de otra figura, o ser un camuflaje preciso-, ese sentido se superpone precisamente a la premisa de tener un gesto comunicativo útil. El resto ya vendrá, pero la sabiduría consiste en generar ese bien por medio del gesto, y esto también es un saber popular.
¿Y por qué estos gestos remiten a una realidad tan inmediatamente estética? Tómese el refrán, el chisme o el cuento, mientras más jugoso sea, el placer y reconocimiento que nos remitirán será mucho mayor. Lo bueno es bello, tal ecuación forma parte también de la sabiduría biológica, la selección sexual y nuestras costumbres. El arte, al origen es popular. Luego se privatizó por medio de gobierno o religión, pero claramente el gesto se prestaba al intercambio natural. Y me sugiere algo que quien sabe si venga al caso, pero tener un internet gratuito y accesible es la única forma de lograr que en él floresca el potencial popular y artístico que la masa puede traer. La expresión de nuestra sabiduría es cambiante y desborda, las esferas del poder no han podido jamás captar su potencial total. A lo mejor por eso se vende la inteligencia como un gesto más conveniente o controlable ¿suprimible?
Esta sabiduría me parece, se confunde con la capacidad de vivir. De vivir sin exagerar las complicaciones, buscar lo sencillo y conciso. ¿Cuándo y por qué se convirtió en algo negativo ese eufemismo de las «personas sencillas»?