Ya puedo considerar este sitio oficialmente un blog después de una cantidad arbitrariamente larga de días sin dar noticias. Podemos suponer que tengo otras cosas que hacer ¿no? Bien, supongamos eso.
En fin, quiero hablarles de una historieta, creo que es la tercera que revisamos cronológicamente, y pertenecerá a otro de los géneros mayores, a suerte de primer ejemplo, en lo que a este medio se refiere. Antes hemos visto la tira y el manga, hoy suena razonable darle una mirada a un comic.
La conotación de la palabra dentro de el mercado de masas es tan negativa que se concibió un término neutro para apelar a la seriedad de la empresa con que la obra en cuestión se produce, me refiero al término de la novela gráfica. Cabría dignificar esta extraña elección de palabras con un análisis puntual, pero lo dejaré para otra ocasión. En este caso no voy a tratar una obra que pueda voluntariamente caer en el área gris de las dichas «novelas gráficas», sino a una serie hecha y derecha, que también pertenece a uno de los más famosos autores independientes que los comics gringos tienen hoy en día. Me refiero naturalmente a Hellboy de Mignola.
Sería extraño que uno fuese lector ávido de comics y que no se hubiese topado con esta serie, que ha sido alabada y que continúa aún hoy día produciendo nuevas historias. Un elemento fundamental del genero comic es esta fuga hacia adelante, este avance indeterminado que desarrolla nuevas historias inconexas con autores y situaciones cambiantes, expandiendo lo que se conoce como «canon» y que es una parte importante del atractivo que muchos lectores ven en este tipo de serie. Tal vez hay que aclarar antes que nada, para los no lectores de historietas, que no se trata de una serie estúpida. Efectivamente, es entretenimiento, pero la calidad de escritura e imagen no deja caber en duda el caracter artístico de la historia. Incidentalmente Mignola debuta su carrera como dibujante, con un estilo característico muy adaptado al noir, que le da una estética bastante notoria a sus dibujos. Acompañado con tintas sólidas y trazos sencillos, hay algo casi fotográfico en las figuras simples que el autor figura. Otros dibujantes han tomado las riendas de la obra, pero respetando y asimilando el arte original del creador, precisamente porque es tan característico para el ambiente de la serie.
Entre los elementos centrales en la narración de la serie tenemos la acción, el terror y el folklore. Probablemente la violencia y el movimiento son lo que permite a Hellboy pasearse en las tierras de los trabajos «serios» y las series de comics más tradicionales. Hellboy no es un superhéroe, pero por sus hazañas y frecuentes peripecias podríamos asimilarlo a uno, pues parece emular la acción de rigor de estas series muchas veces tachadas de juveniles. Mas un análisis más proximo descartaría la centralidad de este argumento, primeramente porque el énfasis en la lucha es practicamente inexistente, luego porque más que un superhéroe, Hellboy pertenece más bien a la acción del héroe mítico y mágico: el ingenio y el destino parecen turnarse para abrir paso a las acciones heroicas del personaje. Más sencillo es hallar lo estético en el uso de los otros dos elementos. Primeramente uno va de la mano del otro: estamos en el género que inspira miedo pues el folklor está poblado de horrores, las historias de Hellboy provienen de distintas tradiciones populares y de cuentos regionales de muchos tipos, jugando con demonios, duendes, brujas y vampiros, con aprecio y apego por la fuente original, sin caer en la reinvención moderna que muchos de estos seres fantásticos han sufrido. Claro, el encanto consiste en reinventar, pero conservar el encanto y la magia de los originales, de lo que eran miedos culturales y nocturnos, imágenes turbias de las preocupaciones y miedos más personales de sociedades enteras.
En este empleo del cuento popular tenemos otra virtud quizás atractiva para el lector casual de historietas: muchos episodios de Hellboy pueden ser leídos sin un seguimiento riguroso de los eventos anteriores, hay mucho que proviene del cuento fantástico en cuestión que se está tratando. Este valor episódico y flexible ayuda a mantener la historia fresca, a introducir elementos diferentes e inesperados de un sitio a otro, que acompañados del empleo ameno de la tradición oral y la belleza del trazo característico de Mignola, hacen de estas historietas objetos hermosos y llenos de dones. La lectura es amena, las historias son estimulantes y funcionan como ficciones que un adulto puede disfrutar, sin volverse por lo tanto inaccesibles a las generaciones más jóvenes. Tienen sin duda una inocencia especial que permite vivir la magia dentro de cada historia, y al mismo tiempo no dudan en vislumbrar los horrores que no dejan de hallarse en el espíritu humano.
Por cuestiones de espacio no puedo entrar en más detalles, creo que otro tipo de evaluaciones pueden encontrarse fácilmente por internet, y espero que no dude en referir a estas para afinar detalles que he optado por ignorar. Recomiendo especialmente los libros que contienen historias cortas pues me parece que explotan de la mejor manera las capacidades del medio, la adaptación cinematográfica -que sin embargo no es mala- no transmite el encanto de estas historias separadas que recuperan la dignidad de los géneros populares, con su mismo medio de generación: la variedad y la abundancia. Esta capacidad de división y fragmentación está inscrita en las historietas, creo que ayuda a que funcionen de manera bastante mejor.